Sus propiedades minerales y químicas despiertan una gama de colores de azul y verde; conoce más de ellas.

“Las Siete Esmeraldas”, lagunas de Puebla

En territorio mexicano existen importantes puntos naturales donde la belleza y misticismo impactan a propios y extraños desde el primer acercamiento. Sin embargo, dentro de Puebla se localizan siete puntos emblemáticos de la naturaleza que son de gran atracción para el turismo, los científicos e historiadores.

Las lagunas de Atexcac, Aljojuca, Alchichica, San Miguel Tlecuitlapa, La Preciosa, Quechulac y Patlanalan son los mantos acuíferos que desde hace cientos de años son conocidos por los historiadores como “Las Siete Esmeraldas”, ya que sus propiedades minerales y químicas despiertan una gama de colores de azul y verde, que sumado a las cantidades de azufre, sales y condiciones climatológicas, cambian su tonalidad y regalan paisajes espectaculares.

Parte del misticismo que rodea a estos mantos acuíferos son sus leyendas, desde avistamientos de sirenas, ovnis, la presencia de oro y plata en sus profundidades, seres místicos que habitan en las zonas y hasta rituales ancestrales para el abastecimiento del líquido vital a las poblaciones cercanas, son historias que atrapan a los turistas y locales.

Uno de los fenómenos más llamativos y poco conocidos, de acuerdo con historiadores y astrónomos, es la posición geográfica de las Siete Esmeraldas con las estrellas de la constelación de Orión. Si bien este fenómeno no se ha podido explicar, incluso los más estudiosos lo califican como un enigma del universo, las leyendas son una de las explicaciones más populares de este hecho.

Además de sus espectaculares paisajes e historias, estas lagunas son de suma importancia para la biodiversidad en sus regiones; sin embargo, actualmente, una de las Siete Esmeraldas ha apagado su brillo, lo cual ha consternado tanto a la población como a los especialistas en la materia.

Las poblaciones de Puebla ya tienen un precedente del impacto que deriva en la pérdida de uno de estos mantos, pues en el municipio de Aljojuca, tras el terremoto de 1985 que azotó, principalmente, la zona centro del país, los vecinos de esta región poblana pudieron ver cómo poco a poco el agua de la laguna de San Miguel Tlecuitlapa desaparecía.

Existen versiones de los locales que aseguran que el agua descendió a un espacio subterráneo donde aún circula, no obstante, la teoría más aceptada es que el terremoto provocó el cierre de las venas de agua que derivó en la escasez del líquido.

Estos eventos también son registrados por María Tomasa Félix Maximiliano Encarnación, cronista de Aljojuca, quien señaló que durante los años de esplendor de la laguna de Tlecuitlapa se podía observar una isla donde las lanchas ofrecían viajes a los turistas para recorrer el área, mientras que los pobladores se acercaban a lavar sus ropas pues el agua tenía tequesquite, elemento que dejaba las prendas más limpias.

Sin embargo, ante su pérdida, comentó que la población del Aljojuca se ha enfocado en dirigir su atención a la laguna, donde un mirador es más que suficiente para atraer al turismo y apreciar el paisaje, sin que esto dañe el ecosistema que rodea al manto de agua.

Ubicadas en los municipios de San José Alchichica, Guadalupe Víctoria, Quimixtlán y Aljojuca, las Siete Esmeraldas son parte de las riquezas naturales de Puebla. Su contraste es un ejemplo vivo sobre la forma en que el ecosistema puede impactar de gran manera en la vida de todos los seres vivos a su alrededor.

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